Si cuando has leído ginebra sin destilar has levantado una ceja, sigue leyendo que esto te interesa
Cuando pensamos en cómo se hace la ginebra, solemos imaginar un proceso sofisticado: un alambique reluciente, botánicos seleccionados con precisión y una cuidadosa destilación. Y sí, así se elabora la mayoría de ginebras que encontramos en el mercado. Pero hay una excepción.
Lo que mucha gente no sabe es que existe un tipo de ginebra que no pasa por el alambique. No se destila y legalmente es ginebra.
Tiene su propia categoría. Se llama compound gin, o en castellano, ginebra compuesta.

¿Qué es una ginebra sin destilar?
Una compound gin es una ginebra elaborada sin volver a destilar el alcohol con los botánicos.
En lugar de eso, se infusionan directamente en alcohol neutro (ya destilado previamente), se dejan macerar el tiempo necesario y después se filtran o no, según el productor.
El resultado es una ginebra que cumple con los mínimos legales (el sabor predominante debe ser el del enebro), pero cuya elaboración es mucho más rápida y económica.
Esto la hace interesante tanto para pequeños productores como para marcas que buscan lanzar ediciones creativas o de bajo coste.
¿Qué diferencias hay con una ginebra destilada?
La diferencia fundamental está en cómo se integran los sabores.
- En una ginebra destilada, los botánicos se introducen en un alambique (en contacto directo con el líquido o en cestas suspendidas por vapor), y se redestila el alcohol con ellos. Esto da lugar a una bebida más refinada, más limpia y estable.
- En una ginebra sin destilar, los ingredientes se maceran directamente en el alcohol. Es como hacer un té frío con hierbas aromáticas en etanol.
Esto se nota:
✅ El aroma suele ser más evidente, pero también más “bruto” o lineal.
⚠️ Puede presentar turbidez, sedimentos o pérdida de aroma con el tiempo.
💸 Suele ser más barata, pero también menos valorada por los expertos.
¿Por qué casi nadie habla de esto?
Porque decir que un gin no está destilado suena, para muchos, a trampa. Aunque no lo sea.
Las compound gins están reconocidas legalmente dentro de la categoría de ginebra, pero no pueden usar términos como “Distilled Gin” o “London Dry”, porque requieren una segunda destilación con los botánicos.
Esto limita mucho su marketing, sobre todo en un mercado donde el consumidor asocia la destilación con calidad.
Históricamente, la ginebra sin destilar fue protagonista durante el Gin Craze del siglo XVIII en Inglaterra. Era barata, fácil de hacer, y muchas veces peligrosa. No había control sobre lo que se le echaba. Algunas incluso incluían productos tóxicos para disfrazar sabores.
Por suerte, hoy en día eso no ocurre. Muchas compound gins modernas están bien elaboradas, con ingredientes naturales y procesos seguros, aunque su imagen siga arrastrando cierto estigma.
¿Son malas por definición?
No. Y aquí viene lo importante.
Una compound gin puede ser una forma perfectamente válida de hacer ginebra, siempre que se utilicen buenos ingredientes y se controle bien el proceso. De hecho, algunas marcas artesanales están recuperando esta técnica para experimentar con perfiles muy botánicos y expresivos.
Eso sí, no todas las ginebras sin destilar son iguales. Algunas están bien hechas, otras no. Algunas son originales, otras simplemente buscan abaratar costes.
Mi recomendación es siempre la misma: fíjate en la etiqueta, pregunta por su elaboración y, sobre todo, confía en tu nariz y tu paladar.
¿Merece la pena probar una compound gin?
Sí, especialmente si te gusta explorar. Verás diferencias en el color, en la textura y en el aroma. Puede ser más intensa, más rústica o incluso más herbal que una ginebra tradicional.
¿Te encantará? ¿Te parecerá extraña? Eso ya depende de ti. Pero si buscas entender mejor los tipos de ginebra que existen y cómo se hacen, probar una ginebra sin destilar es una experiencia educativa y sensorial muy recomendable.